Hetero, Santa Omnipotente

Tras bastidores. 2 Parte 1

Tres hombres estaban sentados uno frente al otro en los sofás del despacho del señor Klausner: Daniel Klausner, Albert y Leonhardt.

Daniel presentó a los otros dos. —Este es Leonhardt, el líder de la compañía de mercenarios que empleo. Y este es el caballero Albert Hawke, el comandante de los caballeros de la tercera orden, enviados por el palacio para ayudarnos.

Leonhardt inclinó la cabeza sin decir palabra. Demostraba el respeto apropiado hacia un noble, pero algo de agresividad titilaba en sus ojos.

Albert notó esto, pero respondió con un apacible asentimiento de cabeza, su expresión facial no mostraba indicio de tensión.

Como jefe de una compañía de mercenarios, Leonhardt tenía que tratar con nobles con mucha más frecuencia que sus hombres. Por lo tanto, sabía manejarse en estas situaciones. Su exterior áspero también ocultaba una mente aguda. Comprendía la gravedad de la situación actual y había considerado inevitable la solicitud de ayuda de su señor. Sin embargo, eso no significaba que estuviera completamente de acuerdo con la situación.

Leonhardt y sus hombres estaban orgullosos del esfuerzo que habían puesto hasta entonces. Además, tenían problemas para ver a la tercera orden como cualquier otra cosa que como forasteros, a pesar de que algunos habían tratado de reconciliarse con la idea de la ayuda de la capital. Fundamentalmente, era un problema de orgullo.

Con las presentaciones terminadas, Daniel comenzó a resumir la situación actual. No era que no se diera cuenta de la incomodidad de Leonhardt, solo quería apurar la conversación de una manera profesional y terminar de una vez antes de que alguien se pusiera demasiado tenso.

— ¿Entonces ha habido un aumento de monstruos? —Preguntó Albert.

—Me temo que sí. El bosque está lleno de ellos y los hemos visto atravesar el perímetro del bosque cada vez con más frecuencia. Sin embargo, la compañía de mercenarios se ocupa de cualquiera que se aventure más allá de la línea de árboles.

—Pero aún hay que encargarse de los que siguen en el bosque.

—Exactamente.

—Entonces, por favor, déjenos encargarnos de esos.

Leonhardt, quien había permanecido en silencio hasta ahora, decidió hablar. — ¿No sería mejor que nosotros nos encargáramos del bosque mientras ustedes se hacen cargo de los que salen? Usted y su grupo acaban de llegar. No conocen la disposición del terreno.

Albert vetó suavemente la propuesta de Leonhardt. —Es verdad que sus mercenarios conocen mejor la geografía local. Sin embargo, creo que será necesario que entremos en el bosque para comprender con mayor precisión la naturaleza de la situación.

Albert quería evitar conflictos con los mercenarios, por lo que trató de entregar su plan con gracia. Después de todo, no podía echarse atrás en esto: basándose en el estado de las cosas, el palacio había llegado a la conclusión de que un pantano de miasma se encontraba en algún lugar del feudo Klausner, al igual que el que había estado en el bosque oeste. Además, este pantano hipotético probablemente estaba dentro del bosque, ya que el miasma tendía a fusionarse en tales áreas.

Si realmente hubiera un pantano, estaría más allá de la capacidad de manejo de la compañía mercenaria. Albert podía imaginar fácilmente un resultado desastroso en tal confrontación, dadas sus experiencias con el pantano en el bosque oeste.

—Escuché que la santa viajó con ustedes. ¿Hay alguna razón por la que no esté presente? —Preguntó Leonhardt.

—La estamos dejando descansar en sus habitaciones. Estaba exhausta, —dijo Albert.

—Pero van a traer a la santa en sus expediciones, ¿no? Hacen que parezca que tiene poca resistencia. ¿Están seguros de que deberían enviarla al bosque?

—Estará bien. Simplemente no está acostumbrada a los viajes largos. Tampoco realizaremos una expedición hasta dentro de unos días. Por favor, sepa que se unió a nosotros en una expedición de este tipo al bosque Ghoshe.

— ¿Se refiere al que está al oeste de la capital? ¿Ella realmente entró allí?

—Por supuesto. Luchó con nosotros hasta el final.

—Bien entonces.

Aunque Albert estaba un poco sorprendido de que Leonhardt supiera de la presencia de la santa, la verdad era que durante los últimos días, la gente del castillo Klausner había estado agitada preparándose para su llegada. Habría sido difícil no escuchar las noticias.

Albert también estaba impresionado de que, a pesar de su disgusto por la presencia de la tercera orden, Leonhardt simplemente confirmó el bienestar y la competencia de la santa antes de retroceder inmediatamente. Había pensado que el hombre sería más terco, más bruto.

Esta suposición de Albert se basaba en experiencias previas, en los días en que podía salir de la capital para ayudar a los señores del reino con incursiones de monstruos. En aquel entonces, la mayoría de las compañías mercenarias habían hecho todo lo posible para enviar las órdenes caballerescas de vuelta, independientemente de si los caballeros habían venido a instancias del señor feudal.

Este resentimiento, lamentablemente, también se basaba en la experiencia. Cada mercenario tenía sus razones para asumir el trabajo, pero lo más común es que necesitaran el dinero. Sin embargo, algunos señores utilizaban la presencia de caballeros como excusa para disminuir la cantidad que pagaban a sus mercenarios. Aunque en tales casos el señor era el culpable, los mercenarios solo podían descargar su ira contra los caballeros. En ese sentido, la compostura de Leonhardt probablemente tenía algo que ver con el excelente trato de Daniel a su compañía.

Albert esperaba que esto significara que incluso podrían construir una relación de confianza mutua. No tenían que llegar a agradarse; siempre que pudieran hablar de negocios con la cabeza fría, no tendrían ningún problema.

Si había algún potencial de fricción, se reducía a la pregunta de qué tipo de actitud tomaría Leonhardt hacia la santa.

Como alguien que ponía todo su empeño en su trabajo, Sei sin duda podría hacer su trabajo incluso si los mercenarios la resentían por su asociación con los caballeros. Pero eso no significaba que no saldría lastimada. Albert quería más que nada mantener alejada a Sei de cualquier sufrimiento.

Tendré que hacer lo que pueda para limitar el contacto entre los mercenarios y la santa. No dejaré que Sei se exponga a su descontento. Eso fue lo que Albert decidió en su mente.

~❀❀❀~

La compañía de mercenarios tenía su propio cuartel en el castillo Klausner. Salían a sus rondas todos los días, pero pasaban el resto de su tiempo en espera en estas habitaciones. Mientras estaban en espera, hacían mantenimiento a su equipo, conversaban y pasaban su tiempo como querían.

La puerta se abrió con un estruendo. Varios mercenarios miraron en su dirección. Después de notar quién entró, la mayoría volvió su atención a lo que estaban haciendo.

Leonhardt se sentó en su lugar habitual al fondo de la habitación con un ruido seco. Un chico que ayudaba con las tareas rutinarias de la compañía le trajo una taza llena. —Bienvenido de vuelta, jefe.

—Gracias, —Leonhardt respondió brevemente y se bebió la taza de agua.

Leyeron bien: agua. No alcohol. Claro, según su apariencia, uno podría asumir que Leonhardt era del tipo que bebía y, claro, lo era, pero con responsabilidad. Todavía era temprano y Leonhardt nunca bebía cuando sabía que existía la posibilidad de que tuviera que salir.

A pesar de su apariencia hosca, Leonhardt trataba su trabajo con la mayor seriedad.

El niño dejó a Leonhardt y un hombre alto se acercó para reemplazarlo. Este era el segundo al mando de Leonhardt. —Ya volviste.

—Así soy yo. Uf, odio tratar con nobles.

—Ja, ja. Entonces, ¿cómo te fue?

—No mal, supongo.

El hombre se rió entre dientes mientras tomaba asiento frente a Leonhardt y, Leonhardt le frunció el ceño con una expresión poco divertida.

— ¿No mal? —Preguntó el segundo al mando. — ¿Que se supone que significa eso?

— ¿Eh? Significa lo que significa. Parece que no vamos a tener ningún problema en nuestras expediciones.

—Entonces, él no es uno de esos nobles mimados.

—Nah. Parecía práctico y no se daba aires. Tampoco parecía del tipo deshonesto.

El segundo al mando de Leonhardt pareció aliviado. Cuando se enteraron de que venían los caballeros del palacio, más que nada, Leonhardt y sus hombres temieron que se interpusieran en su capacidad para hacer un buen trabajo.

Mientras que Daniel, el señor del feudo Klausner, era diferente, algunos nobles despreciaban a los plebeyos. Esas mismas personas hacían todo lo posible para mantenerse en la cima, nunca permitiéndose quedarse atrás de la gente común. Ese era el tipo de persona a la que se refería el segundo al mando de Leonhardt cuando decía noble mimado.

Por supuesto, la nobleza tendía a liderar las órdenes caballerescas. Si el comandante de la tercera orden era ese tipo de persona, Leonhardt y sus hombres sabían que existía la posibilidad de que los caballeros intentaran interferir con las expediciones de los mercenarios para resaltar sus propios logros.

En estos días, cuando la amenaza de los monstruos se había vuelto tan grande, los mercenarios reconocieron que su capacidad para lidiar con esa amenaza se estaba volviendo más limitada y, en teoría, agradecían la ayuda. Pero no tolerarían perder a nadie solo porque algún petulante señorito tenía que salirse con la suya. Eso sobrepasaba el límite de lo que estaban dispuestos a soportar.

Como tal, aunque el comandante Hawke le había dejado una buena impresión, era demasiado pronto para confiar en él. La mayoría de los nobles eran buenos para mantener las apariencias. Si el comandante también era de este tipo, no había forma de saber qué estaba pensando realmente el hombre.

Sin embargo, Leonhardt confiaba en su intuición. Quizás podría llamarlo sexto sentido, pero era bueno juzgando a las personas. Los mercenarios sabían esto por experiencia. Y aquí estaba Leonhardt, diciendo que su encuentro con Albert no había sido tan malo. Su segundo al mando esperaba que eso significara que los caballeros no les darían motivo de preocupación.

—Mmm. Bueno, siempre y cuando no intenten interponerse en nuestro camino, —dijo este.

—Para eso, solo tendremos que esperar y ver. Además… parece que la santa también se unirá a la expedición.

—Espera, ¿quieres decirme que el rumor era cierto?

—Así parece. El propio comandante dijo que ella fue con ellos.

Se decía que la santa se había unido a los caballeros en una expedición a los bosques que rodeaban la capital. También se decía que después de ir con ellos, la capital había experimentado una disminución drástica en su población de monstruos.

Pero esto venía de boca de los comerciantes que se encontraban mientras viajaban de pueblo en pueblo y, estas palabras encontraban una forma de embellecerse por cada persona que las contaba. Además, había muchos rumores que decían que la santa en realidad pasaba todo su tiempo encerrada en el palacio y nunca había vislumbrado una expedición.

Como tal, Leonhardt y sus hombres solo creían a medias el rumor de que la santa había salido de expedición. En todo caso, podían creer que tal vez se había unido a los caballeros hasta que llegaron a las afueras del famoso y traicionero bosque Ghoshe.

Sin embargo, según el comandante, esos rumores eran completamente ciertos.

—De todos modos, la tercera orden se ocuparan del bosque. Nosotros pelearemos en las afueras. No se interpondrán en nuestro camino, —dijo Leonhardt.

— ¿De verdad? Esperemos que no lo estropeen y terminen haciendo que todos los monstruos escapen del bosque.

—Van a comenzar con exploraciones preliminares, así que no creo que debamos preocuparnos mucho por eso.

—Pareces sorprendentemente confiado. ¿Es esta tu intuición en acción?

—Sí… Sí, ese hombre sabe lo que está haciendo.

—Je. Bueno, si tú lo dices, entonces debe ser verdad. —El segundo al mando de Leonhardt esbozó una sonrisa irónica, aunque seguía pensando que tenían que prepararse para lo que estaba por venir.

La intuición de Leonhardt solía ser correcta, pero por si acaso… Era mejor estar preparados para cualquier eventualidad.

Los dos mantuvieron esto en mente cuando comenzaron a discutir sus nuevos planes.

Anterior Índice Siguiente


Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.