Hetero, La Villana y el Jefe Final

Capítulo 3: La villana tiene tantos enemigos como subordinados. Parte 2

—Déjeme reparar este castillo. El capital a usar saldrá de mis bolsillos.

Habiendo llegado al castillo abandonado sin ser obstaculizada por la barrera, Aileen abre alegremente las negociaciones.

La luz solar se vierte en el salón, la única habitación funcional del castillo y, es un poco más brillante de lo habitual. En su camino hasta aquí, también notó que había muchas flores pequeñas que florecían fuera de temporada a lo largo del sendero a través del bosque, así que quizás Claude estaba de buen humor… aunque, por lo que puede ver, su rostro es tan inexpresivo como siempre.

El primero en responder es Beelzebuth, quien está tan mal vestido como siempre.

— ¿Nos estás diciendo que permitamos que meros humanos entren en el castillo? ¡Muestra un poco de respeto, humana!

—Es mucho menos respetuoso permitir que su rey viva en un castillo en ruinas.

— ¿En ruinas? ¡Debes querer decir asombroso! Pensar que no puedes ver lo genial que es este lugar… Ese es el problema con los humanos.

Oh, es uno de esos tipos desesperantemente antisociales. Renunciando instantáneamente a persuadir a Beelzebuth, quien extrañamente parece como si estuviera fanfarroneando, Aileen se voltea hacia Keith, quien es capaz de tener una conversación adecuada.

— ¿Qué cree, joven Keith? Es una buena idea, ¿no es así?

—Es cierto que hace mucho viento aquí y, sería bueno renovar el castillo, pero… realmente no sé qué pensar sobre pagar con su dinero, dama Aileen. ¿Cuál es la tasa de interés?

—No habrá. El príncipe Claude puede ser la garantía.

—Wow, eso es verdaderamente inhumano. ¡Cuente conmigo!

— ¿Quién es la garantía?

Claude está sentado en un sillón, apoyando la barbilla en su mano. Se ve bastante horrorizado. Del hecho de que no hay viento que sople y las flores no están marchitadas, parece que se ha acostumbrado a Aileen.

Beelzebuth ladea la cabeza, perplejo.

— ¿Qué es una garantía…?

—En el caso de una esposa, es su marido.

—No, eso es realmente demasiado, dama Aileen…

—Príncipe Claude, permita las reparaciones del castillo. Piense en ello como ayudar a los necesitados. Tampoco es un mal negocio para usted, ¿sabe?

Cuando finalmente le da la vuelta a la conversación, Claude vuelve a cruzar las piernas. Su rostro sigue inexpresivo.

—No es posible que humanos reparen el castillo del rey demonio. No tengo la intención de quedar en deuda contigo y, en cualquier caso, los demonios no necesitan esto, pero incluso si señalo estas cosas, sin duda ya tienes contrargumentos preparados.

Aileen definitivamente tiene varias respuestas listas y, que Claude enfoque la atención de la conversación en estas por adelantado hace que se sienta un poco perdida.

—De hecho, tengo algunos, pero…

—En ese caso, déjame ponerlo de esta manera. ¿Qué razón tienes tú, la hija de un duque, para emprender personalmente un proyecto como este?

—Porque ayudará a los necesitados.

Claude la mira con sus ojos entrecerrados. Sintiéndose incómoda, Aileen agrega a su explicación.

—También es una oportunidad para tomar represalias contra el príncipe Cedric.

—Creo que te jactaste de que no querías perder ni un segundo más de tu vida con Cedric.

El hombre tiene una excelente memoria. Aileen decide cambiar su línea de ataque.

—Como tengo la intención de mantenerlo como mascota, príncipe Claude, mi función es brindarle una vida de comodidad.

—Si no respondes con sinceridad, olvídate del asunto. Esto es una pérdida de tiempo. Utilizaré mis poderes para observar a los humanos dentro de la barrera, me aseguraré de que entren y salgan silenciosamente. No quiero atraer la atención de esos aristócratas fastidiosos.

—Po-Por supuesto, tendré cuidado… Espere, ¿entonces está bien? Si empiezo las reparaciones, quiero decir.

—Sí. Tus métodos pueden ser preocupantes, pero confío en los resultados de lo que estás tratando de lograr.

Simplemente expresa su opinión tal como es y, Aileen, que estaba lista y ansiosa para tener que convencerlo, se queda en silencio, con toda su determinación desperdiciada.

—Keith. Tu salario y mi estipendio están atrasados, ¿no es así? Mueve algunos hilos y reúne algo de capital. Lo asignaremos a los costos.

—Oh, vaya. Mi primer trabajo en bastante tiempo. Daré lo mejor de mí.

Claude da instrucciones como si estuviera acostumbrado a hacerse cargo y, eso pone nerviosa a Aileen.

—Um, ¡disculpe! Conozco a un periodista llamado Jasper y le he pedido que investigue eso…

— ¿Ya has tomado medidas? Ya veo. Así que nunca tuviste la intención de utilizarme como garantía.

Aileen gime un poco; ha visto a través de ella como si fuera la cosa más fácil del mundo.

Claude tiene razón: primero, Aileen aportará los fondos. Luego, hará que Jasper obtenga pruebas y amenace o exponga al malversador. Luego, el dinero se enviará a Claude y su gente. Una vez hecho esto, Aileen podrá reclamar el dinero que les prestó.

Sus cálculos eran aproximados, simplemente estimó la cantidad total que se había retenido, usando las cifras que recordaba, pero incluso después de pagar las renovaciones, a Claude y a su gente les debería quedar una cantidad decente. Sin embargo, tenía la sensación de que Claude no aceptaría el dinero que ella le había ayudado a cobrar a menos que fuera en forma de préstamo.

—Eres realmente astuta.

Resumiendo las intenciones de Aileen en una palabra, Claude mira a Keith, quien está parado a un lado detrás de él.

—Keith. ¿Podemos confiar en este tipo Jasper?

—Es el presidente del periódico Varie, ¿no? Escribe artículos buenos y profundos. Creo que la elección de la dama Aileen es bastante acertada.

—Sabes muchísimo, ¿no?

—Después de todo, soy la mano izquierda del rey demonio. Bueno, entonces, por primera vez en mucho tiempo, creo que iré a trabajar.

Keith se ríe y Aileen frunce el ceño. Tiene la sensación de que Keith es una fuerza a tener en cuenta. En el juego era descrito como un asistente capaz que no debería ser subestimado, pero en persona, es profundamente inquietante.

Naturalmente, un humano mediocre e incapaz nunca podría sobrevivir en la sociedad humana como consejero del rey demonio.

Aileen entiende esto, racionalmente hablando y, sin embargo, de alguna manera, sigue siendo irritante.

—Le incomoda deberle a otros, ¿no es así?

Apenas se ha dado cuenta de que una sombra cae sobre ella antes de registrar el rostro de Claude justo frente al suyo. Aileen jadea, sorprendida, luego protesta con voz inestable.

— ¡¿E-Está tratando de acosarme, príncipe Claude?!

—Mm, sí. Quisiera verte llorar.

Apretando los dientes ante ese susurro diabólico, pone algo de distancia entre ellos. Conteniendo su corazón, el cual late locamente, habla con tanta calma como puede.

—Entonces le pediré una cosa más, príncipe Claude. ¿Me prestaría parte de las tierras que posee, incluida parte del bosque? Pagaré alquiler, por supuesto. Me gustaría montar una pequeña granja.

— ¿Quieres decir que quieres permitir que los humanos entren aquí a largo plazo?

—Sí. Si mi proyecto tiene éxito, eso es lo que sucedería.

—Puedes intentarlo. Sin embargo, si causan problemas con los demonios haré que se vayan inmediatamente, esto también aplica a la renovación del castillo.

Leyendo entre líneas, si parece que podrán llevarse bien con los demonios, habrá espacio para discusión. No debe ignorar las cosas a las que el príncipe Claude, como rey demonio, debe dedicar mayor atención.

—Está bien. Así que esperará y verá cómo va durante las reparaciones del castillo… Eso es lo que está diciendo, ¿no es así?

—Y también con qué honestidad puedes preguntar.

— ¿Por qué dice honestidad? Pagaré un precio justo.

—No me interesan mucho los precios. Sin embargo, no eres buena preguntando honestamente, ¿verdad?

Aileen está irritada. Se pone de pie, mirando a Claude, quien está diciendo cosas que pueden ser dulces o mordaces como si no lo molestaran en absoluto.

—Entonces me pondré manos a la obra. ¡Joven Beelzebuth!

— ¿Q-Que?

—Muéstreme el castillo, si es tan amable. Pensaré en la mejor manera de repararlo.

—Aileen.

— ¡¿Qué?!

Ella se da vuelta. La punta del dedo índice de Claude brilla débilmente. Sin embargo, su dedo brillante solo apunta en la dirección de Aileen y traza una línea de lado a lado. Entonces la luz se desvanece.

Don duda, mira de izquierda a derecha, moviendo solo los ojos. Algo se siente extraño. La fuente de ese sentimiento inquietante proviene de la sombra bajo sus pies. Tiene un agujero.

— ¿Eh…? ¡¿Q-Qué?!

La sombra se expande, se abre un agujero y, garras afiladas, patas delanteras gruesas y un torso que es claramente mucho más grande que la sombra salen arrastrándose. Se las arregla para limitar su reacción a retroceder rápidamente solo porque reconoce a la criatura.

—Eres… la cría de fenrir…

—He convertido tu sombra en un portal para los demonios. Ahora podrán emerger detrás de ti en cualquier momento, como les plazca.

Claude dice algo escandaloso como si no significara nada.

—Espere un momento. Exactamente, ¿qué cree que le está haciendo a mi sombra?

—De esta manera, no importa a dónde vayas, no será un inconveniente para los demonios.

En otras palabras, la mantendrán vigilada. Cuando oye eso, no puede decir nada más. Aileen mira su sombra.

Una vez que emerge la espesa cola del fenrir, la sombra vuelve a la forma de Aileen y el agujero se desvanece. El pequeño fenrir hace un ágil giro en el aire antes de realizar un suave aterrizaje.

No hay señales de heridas y, su pelaje, el cual estaba bastante sucio, ahora es brillante. Sus pequeños ojos brillan con curiosidad y, obviamente están sanos y felices. Interiormente, se siente aliviada, pero frunce el ceño.

—Pequeño, no debes pararte en eso. Bájate, por favor.

El pequeño fenrir la mira parpadeando; está de pie sobre una mesa. Al darse cuenta de que necesita una explicación, Aileen decide agacharse, ponerse a la altura de los ojos del fenrir y vuelve a señalar al suelo.

—Eso es de mala educación. Por favor, bájate.

El gesto parece haber cumplido su cometido; el fenrir baja de la mesa. Luego infla el pecho con orgullo, como diciendo: ¡¿Qué tal?! Lo cual la hace sonreír.

—Eres un pequeño inteligente. Muy prometedor.

—Yip.

—Si te sientes en deuda conmigo por lo que sucedió antes, no es necesario. Los humanos involucrados eran claramente escoria. Eran patéticos… Y tú eres un buen chico.

El pequeño fenrir ladea la cabeza, luego la presiona contra el pecho de Aileen, como si le pidiera que lo acariciara. Sonriendo con ironía, Aileen acepta.

Pareciendo satisfecho, el fenrir sale corriendo. Se detiene frente a la puerta del salón y luego se voltea para mirar a Aileen. Mientras Aileen parpadea, perpleja, Beelzebuth se acerca y se para a un lado del fenrir.

Eso le recuerda a Aileen lo que estaba planeando hacer.

— ¿También quieres enseñarme el castillo?

—Ese pequeño quiere darte las gracias por el rescate y también quiere acompañarte.

Ante las palabras de Claude, Aileen pasea su mirada desde el fenrir hasta Beelzebuth y viceversa. Beelzebuth bufa.

—Órdenes del rey. Vamos humana. ¿Cuánto tiempo planeas hacernos esperar?

—Dos sirvie… quiero decir, caballeros. Qué espléndido.

— ¡Yip!

— ¿Ca-Caballeros?

El pequeño fenrir alza sus grandes orejas y la mirada de Beelzebuth vaga como si estuviera nervioso.

Desde una distancia corta, Keith habla.

—Oh, Bel, antes de que la dama Aileen dijera caballero, empezó diciendo sirvien…

—Vamos, joven Beelzebuth. En momentos como este, debería abrirme la puerta. Es una regla de caballería.

—Cuando el rey atraviesa una puerta, esta se abre por sí sola. Los humanos son una verdadera molestia.

—Soy una delicada damisela. Si es un caballero, debe salir primero y asegurarse de que no haya peligro.

— ¿Es así como va esto…?

—Sí, por supuesto. En primer lugar, el pequeñín no puede abrir puertas. ¡Como mano derecha del rey demonio, debe mostrarles a los más jóvenes cómo se hace!

— ¡Ya veo!

—Príncipe Claude… ¿Está seguro de que está bien?

—Mientras se diviertan, no me importa.

Habiendo obtenido el permiso de Claude, Aileen cruza la puerta que Beelzebuth ha abierto.

— ¿Puedes cerrarla, pequeñín?

Con los ojos brillantes, el fenrir le da a la puerta una patada sólida con sus patas delanteras. La puerta se cierra con fuerza. Aparentemente, todavía no puede controlar su fuerza.

—La próxima vez, te enseñaré a cómo cerrarla silenciosamente, ¿de acuerdo?

— ¡Yip!

—Movámonos, humana. No tomes confianza solo porque le gustas al rey.

— ¿Le gusto al príncipe Claude? Tiene demonios vigilándome desde mi sombra…

—Los demonios se han interesado por ti, así que él está siendo considerado y les dice a los que quieran conocerte que vayan y lo hagan. Si están interesados ​​en ti, significa que el rey también.

Unos pasos por el pasillo, Beelzebuth se da la vuelta.

—Recordó tu nombre, ¿no?

Ahora que lo piensa, parece recordar que la llamó por su nombre por primera vez hace un momento.

En ese momento, ella ni siquiera lo notó, pero ahora que ha sido señalado tan claramente, sus mejillas se ponen calientes. Así es como solía ser cuando era una niña y su padre, sus hermanos mayores o Cedric, cualquiera a quien ella respetara, se fijaban en ella.

Cuando ve esto, Beelzebuth se ve dubitativo.

—Mujer Extraña. ¿Las cosas que haces son descaradas y, sin embargo, te sonrojas por esto?

— ¡¿Qué…?!

—Bueno, no importa. ¡Ahora inclina la cabeza! ¡Esta es la habitación de nuestro rey!

Debe estar muriéndose por presumir de ello. Beelzebuth, alegre, abre un par de puertas dobles.

¿Qué sentido tiene mostrarme la ubicación de la habitación del individuo de más alto rango sin pensar en la seguridad?

Realmente tendré que entrenarlo sobre la marcha, piensa Aileen con un suspiro, calmándose de una vez.

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